Me gusta cuando te sonrojas porque te pones como.....roja




Este post nace gracias a una frase genial de Gonzalo, un domingo en "7 vidas",...

...y me pregunto yo....¿por qué tengo tanta facilidad para sonrojarme?

Resulta que lal culpa es de una parte de mi sistema nervioso: el sistema simpático. Muy gracioso y a la vez un sistema muy serio. Este sistema se encarga "sin preguntarnos" de cosas tales como mantener la frecuencia y fuerza del latido del corazón, mantener la presión arterial,....y sobre todo se encarga de poner el cuerpo en alerta cuando hay un peligro. Lo primero que se dispara en nuestro cuerpo a la mínima señar de alerta es el sistema simpático: latidos cardiacos más rápidos y fuertes, vasos sanguíneos dilatados (de ahí los papos colorados), bronquios dilatados, secreción de adrenalina y aumento de glucemia (conversión del glucógeno en glucosa).

Así que...todos aquellos que se sonrojen con facilidad.....gozan de un buen sistema simpático que seguro les sacará de más de un apuro...

PD: En la foto estoy sonrojado de todo lo que comimos en el buffet de Tenerife jajajajaja

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Está muy bien este post, sí señor. La verdad es que debo gozar de un buen sistema simpático, por lo que dices. De todas maneras, aunque nos saque de apuros en ocasiones también nos pone ennun compromiso. Los "papinos coloraos" nos delatan en muchas ocasiones y situaciones y sacan de nosotros la parte más pudorosa. De todas maneras agradezco tener un buen sistema simpático.

Anónimo dijo...

Hola, Hola!! Qué chulo el blog!! ...(aunque llegué un poco tarde)
Y ahora a lo que vamos:

Si no recuerdo mal (y hablo de memoria) el sistema simpático es el responsable de nuestras reacciones ante situaciones de peligro, las conocidas como de "ataque o huída", y todas estas reacciones tienen un motivo, que por lo general nos hacen más rápidos y fuertes para poder atacar al adversario o correr más rápido. Pero resulta que otras se nos han quedado obsoletas. Es el caso de los "pelos de punta" cuando tenemos miedo, que intentan hacernos parecer más grandes (...si tuvieramos suficiente pelo) o el de ponernos la cara roja, que intenta que parezcamos más peligrosos (por eso nos ponemos así cuando nos sentimos amenazados). ...Es curioso que esta misma reacción sí cumpla su misión en otra circunstancia: Cuando nos enfadamos.
En mi opinión, nuestros molestos coloretes dejaron de ser amenazantes hace mucho tiempo, cuando entendimos que si necesitamos una defensa es porque somos débiles.